0
El Grupo Popular echa abajo en el Congreso con su mayoría absoluta la enmienda a la totalidad de IU, ICV-EUiA, CHA y las otras 11 del resto de formaciones, mientras el diputado de IU avisa de que con los cambios previstos “disminuyen las posibilidades que tiene el Estado para atender fenómenos sociales de absoluta gravedad como la falta de empleo, de vivienda, de acceso a la alimentación, que son derechos básicos consagrados teóricamente por cualquier Constitución social”
El Gobierno del PP ha logrado hoy que su reforma fiscal pase el primer trámite parlamentario tras rechazar el Grupo Popular con su mayoría absoluta las 12 enmiendas a la totalidad –entre ellas la de IU, ICV-EUiA, CHA- a los tres proyectos de ley sobre el IRPF, IVA e Impuesto sobre Sociedades debatidos en el Pleno del Congreso. La votación arrojó 172 votos en contra de devolver la reforma al Gobierno, 118 a favor y 19 abstenciones, en este último caso de PNV y CiU.

El diputado de IU y portavoz parlamentario de la Izquierda Plural, Alberto Garzón, denunció en su turno de defensa de la enmienda a la totalidad de este grupo que la reforma del Ejecutivo de Mariano Rajoy supone “un ataque al Estado social”, además de que “es falso que la parte más pobre de nuestra sociedad se vea beneficiada” por los cambios propuestos.



Garzón indicó de forma directa al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que “su reforma fiscal, su regalo fiscal, significa que los pobres muy pobres no lo van a notar, porque usted sabe perfectamente que hay más de 11 millones de españoles que no declaran el IRPF por razones de ingresos insuficientes”.

El parlamentario de IU expuso también que son las rentas más altas las que “se ven espectacularmente beneficiadas en comparación con los tramos intermedios” y que esos impuestos que se ahorran “es un dinero ocioso, que antes se dedicaba al Estado social y a la financiación de los servicios públicos” y que ahora “pese a la retórica grandilocuente” utilizada por el ministro “no irá al consumo, sino a la especulación”.

“La ingeniería fiscal –detalló- provoca que al final los tipos efectivos que se pagan sean totalmente diferentes entre los de arriba y los de abajo. Una pequeña y mediana empresa paga de media un tipo efectivo del 18%. Una gran empresa puede pagar de tipo efectivo un 10% o menos. Lo mismo ocurre con las familias”.

Alberto Garzón argumentó en su detallada exposición que “esta reforma fiscal ahonda en la desigualdad y en la destrucción del Estado social en el conjunto, porque no se resuelven los agujeros fiscales, no se resuelve el fraude y no se ataca a esos elementos que, junto al IRPF, al IVA, al Impuesto sobre Sociedades y todos los impuestos en su conjunto, hacen que esto sea regresivo”.

De igual forma, avisó que el supuesto dinero que se ahorrarán quienes tributan en los tramos intermedios “tampoco es un dinero que vaya al consumo; es un dinero que va para pagar deudas”. Lo mismo ocurre con el Impuesto sobre Sociedades, que tras la bajada de tipos llevará a las empresas a que dediquen ese ahorro a reducir su endeudamiento en vez de a la inversión y a la creación de empleo.

“Si bajamos los impuestos directos –analizó- lo que hacemos es que bajamos aquellos impuestos que son más justos y redistributivos, y mantenemos aquellos que son injustos, los que permiten al hijo de un millonario o al millonario comprar un producto y pagar lo mismo que un pobre o el hijo de un pobre por un producto de primera necesidad”.
Garzón acusó al Ejecutivo del PP de que con el amplio paquete de cambios fiscales propuesto “está disminuyendo las posibilidades que tiene el Estado para atender fenómenos sociales de absoluta gravedad como la falta de empleo, de vivienda, de acceso a la alimentación, que son derechos básicos consagrados teóricamente por cualquier Constitución social pero que no están siendo resueltos por este Gobierno”.
Ya en el turno de réplica, el diputado de IU por Málaga contestó a las descalificaciones lanzadas por Montoro y señaló que “nosotros no es que seamos una formación antisistema, es que precisamente en este momento, con esta enmienda a la totalidad, lo que venimos a defender es el sistema, frente a usted que es el antisistema. Lo es porque está destruyendo el Estado social con sus rebajas fiscales; usted es el antisistema porque está mermando la capacidad de luchar contra la desigualdad, la pobreza y la miseria, porque está desvalorizando ese Estado social, porque está quitándoles instrumentos al Estado y concediéndoselos a las grandes empresas y a las grandes fortunas”.

Frente a las acusaciones del ministro de que la Izquierda Plural lo que quiere es que los españoles paguen más, Alberto Garzón aclaró que “nosotros no somos partidarios de subir los impuestos. Queremos bajar los impuestos de los productos básicos. A nosotros nos gustaría bajar los impuestos del IVA, los impuestos de los pañales, bajar los impuestos a aquella gente que pertenece a la mayoría social empobrecida y nos gustaría, eso sí, subírselos a quien más tiene para cumplir la Constitución, para cumplir los principios de progresividad y equidad”.


INTERVENCIÓN INICIAL Y RÉPLICA DE ALBERTO GARZÓN EN EL DEBATE SOBRE LA REFORMA FISCAL

Señor Montoro, hemos visto una exposición muy larga por su parte, una exposición que parece, una vez le conocemos y hemos escuchado otras intervenciones, una figura de ilusionismo retórico, porque ha dado las mismas razones para justificar una rebaja fiscal que dio cuando subió los impuestos; las mismas razones, los mismos argumentos, y parece que no entra dentro de la lógica justificar con el mismo motivo políticas absolutamente distintas.

Lo cierto, señor Montoro, es que todos somos conscientes de lo importante que es una reforma fiscal. Las reformas fiscales, el sistema impositivo al fin y al cabo, es la otra cara de la financiación de los servicios públicos y de los programas de lucha contra la pobreza y la desigualdad. A nadie se le escapa que es importante que este sistema fiscal esté a punto en un momento en el que se producen recortes en el sistema público: recortes en sanidad, recortes en educación, recortes en dependencia, recortes en diferentes partidas del gasto social en un momento histórico en el que la desigualdad, la pobreza y la miseria se extiende y se dispara de forma verdaderamente indignante.

Esta misma mañana, como todas las mañanas que venimos al Congreso, en el centro de Madrid, en la plaza de Jacinto Benavente, había un comedor social -no correspondiente, naturalmente, a la Administración pública-, con más de 200 personas haciendo cola. Esa es la realidad social que vive nuestro país y, por lo tanto, ese es uno de los motivos que nos deben explicar, que necesitamos tener instrumentos suficientes para que esas situaciones no se produzcan, para ir a la raíz del problema, es decir, para ser radical. Estas situaciones son consecuencia de la crisis económica -cierto es-, que a su vez fue consecuencia de las políticas económicas llevadas a cabo en las últimas décadas, pero esa situación también es consecuencia de la gestión neoliberal de la crisis, es decir, de cómo las políticas económicas se han ido aplicando sin tener en cuenta o ignorando las consecuencias que iban a tener sobre la situación y la vida cotidiana de una mayoría social.

El sistema fiscal debe ser progresivo y usted, además, lo ha dicho, creo que mintiendo, porque sus políticas que está defendiendo no respetan nuestra Constitución ni nuestro artículo 31. El artículo 31 de la Constitución -la tengo aquí- dice: ‘Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio’. Este artículo, que debería estar por encima del artículo 135, que a efectos prácticos parece que es el único que existe después de la modificación del bipartidismo, dice: ‘De acuerdo con su capacidad económica’. Y lo cierto es que en España esto no sucede. No sucede ni el alcance de la progresividad que usted decía que sí sucedía -y a continuación explicaré por qué no sucede y por qué va a suceder aún menos con esta reforma fiscal- ni significa que con nuestro sistema fiscal en su conjunto, y particularmente con esta reforma, se cumpla que todo el mundo cumple de acuerdo a su capacidad económica. Todo lo contrario.

Esta reforma fiscal no hace que se cumpla este artículo, sino que va en la dirección contraria. Nuestro sistema fiscal es injusto por su estructura, la estructura del IRPF; por la estructura y la relación entre impuestos directos e indirectos; por el fraude; por las oportunidades de elusión fiscal; por los privilegios que se conceden a determinados grupos, especialmente los grupos que más capacidad tienen para hacer uso de la ingeniería fiscal y de la ingeniería financiera y también por la falta de transparencia.
Todas estas razones justifican por qué nosotros decimos que nuestro sistema fiscal es injusto y esta reforma no resuelve estos problemas, sino que, de hecho, ahonda en estas cuestiones.

Esta reforma fiscal tiene una filosofía de economía política de fundamentalismo de mercado que es, en última instancia, lo que viene dominando las reformas fiscales desde los años 80, matiz arriba matiz abajo. Rebajas fiscales, regalos fiscales y, en este caso, más a los ricos que a los pobres, sin lugar a dudas, y concretaré ahora por qué decimos esto. Es, en definitiva, un ataque al Estado social. Es como si se hubiera apoderado del bipartidismo, porque efectivamente una parte de su exposición era, a nuestro juicio, correcta y era la que decía que el Partido Socialista también en sus años de Gobierno había rebajado los impuestos.

Es verdad, bajaron los tipos de IRPF, los tipos de sociedades, quitaron el impuesto sobre el patrimonio, introdujeron una serie de deducciones y de privilegios a determinados grupos, porque estaban contaminados por el mismo espíritu, el espíritu de Margaret Thatcher que ahora en Madrid, a razón del Partido Popular, tiene una plaza. Este espíritu está también detrás de esta reforma fiscal, que parece realizada por los alquimistas del libre mercado, que empiezan a considerar que son lógicos los argumentos que usted decía -y que luego inmediatamente explicaremos-, según los cuales esta reforma fiscal nos ayudará a salir de la crisis a todos por igual y, naturalmente, llegaremos a un Estado de progresión fiscal.

En absoluto tienen nada que ver esas cuestiones con la realidad. Su reforma fiscal, su regalo fiscal significa que los pobres muy pobres no lo van a notar, porque usted sabe perfectamente que hay más de 11 millones de españoles que no declaran el IRPF por razones de ingresos insuficientes. Por lo tanto, cualquier modificación en la estructura de los tipos impositivos del IRPF no les afecta, ni para bien ni para mal. Sin embargo, sí les afecta a esos más de 11 millones de españoles que se mantenga la subida de los impuestos indirectos.

Por lo tanto, es falso que la parte más pobre de nuestra sociedad se vea beneficiada por la reforma fiscal. Pero después, encontramos una modificación de los tramos que hace que las rentas más altas se vean espectacularmente beneficiadas en comparación con los tramos intermedios. Ese es un dinero ocioso, el que usted dice retóricamente que es dinero que va al bolsillo para tener autonomía y decidir el futuro de España. Esa retórica grandilocuente significa que el dinero que antes se dedicaba al Estado social y a la financiación de los servicios públicos, ahora en mayor cuantía para los ricos se va a quedar ocioso y, según usted, se va dedicar al consumo, lo cual justificaría el crecimiento económico. Ese es el argumento macroeconómico que se encuentra detrás y que para nosotros es radicalmente falso.

Esta reforma fiscal mantiene la brecha entre las rentas del trabajo y las rentas del ahorro, la profundiza y produce una discriminación nociva para el sistema fiscal. Las deducciones a los grupos privilegiados también continúan y son instrumentos que pueden usar perfectamente las grandes fortunas y las grandes empresas, pero no cualquiera. La ingeniería fiscal provoca que al final los tipos efectivos que se pagan sean totalmente diferentes entre los de arriba y los de abajo. Una pequeña y mediana empresa paga de media un tipo efectivo del 18%. Una gran empresa puede pagar de tipo efectivo un 10% o menos. Lo mismo ocurre con las familias. Pero si todavía vamos un poco más allá, aquellos delincuentes que se aprovecharon de su mecanismo de amnistía fiscal al final acabaron pagando ya no un 10%, sino un 3% en algunos casos.

Es decir, en la práctica los más ricos, los que más oportunidades tienen para utilizar la ingeniería fiscal y financiera, se han beneficiado del sistema para contribuir lo menos posible. En este sentido, nuestro país, que tiene una economía sumergida del 25%, que alcanza como mínimo el 30% en el caso del IVA, y que los técnicos de Hacienda estiman que hasta el 75% de la responsabilidad en el fraude fiscal corresponde a las grandes empresas y a las grandes fortunas, respecto de eso esta reforma fiscal no hace nada, absolutamente nada, absolutamente nada.

Yo le pregunto, señor Montoro: ¿quiénes son los que utilizan la ingeniería fiscal para, por ejemplo, utilizar los precios de transferencia? ¿Quiénes son en nuestra sociedad los que utilizan la Sicav? ¿Quiénes son en nuestra sociedad los que utilizan el instrumento de las empresas de tenencia de valores extranjeros? Ya pedimos en este Congreso que se quitara, porque era instaurar un paraíso fiscal dentro de nuestra economía nacional. Está claro que no es la mayoría social. Está claro que es una minoría social con capacidad financiera suficiente para contratar expertos que diseñen y planifiquen planes de ingeniería fiscal y financiera para pagar los menos impuestos posibles. Eso produce, como decía anteriormente, que un rico puede pagar un 10% o menos gestionando una empresa, mientras que las pequeñas y medianas empresas a las que ustedes siempre recurren en su retórica grandilocuente tienen que acabar pagando un 18% y el ciudadano medio un 22% de tipo efectivo medio.

¿Qué ha hecho el Gobierno para impedir las empresas de tenencia de valores extranjeros o para regular de otra forma la Sicav o para impedir la ingeniería relacionada con los precios de transferencia? Absolutamente nada. Eso explica que esta reforma fiscal, absolutamente regresiva en la práctica, se pueda evaluar en su conjunto como un sistema regresivo; ya no solo por las cuestiones concretas de la reforma fiscal que tenemos encima de la mesa, sino por todos los elementos que esta reforma fiscal no resuelve.

Señor Montoro, usted sabe que cuando subió el IRPF nosotros dijimos que incrementaba la progresividad. Nosotros no jugamos al ‘y tú más’, como se suele jugar en este Congreso. Reconocimos esa parte parcial del IRPF y dijimos que incrementaba la progresividad. Lo dijimos porque corresponde a la certeza y, por tanto, estamos en condiciones de tener la misma coherencia para decir que esta reforma fiscal ahonda en la desigualdad y en la destrucción del Estado social en el conjunto, porque no se resuelven los agujeros fiscales, no se resuelve el fraude y no se ataca a esos elementos que, junto al IRPF, al IVA, al Impuesto sobre Sociedades y todos los impuestos en su conjunto, hacen que esto sea regresivo, porque los impuestos indirectos se mantienen o suben -en estos últimos años está clara la tendencia- y, sin embargo, si bajamos los impuestos directos, lo que hacemos es que bajamos aquellos impuestos que son más justos y redistributivos, que son los directos, y mantengamos aquellos que son injustos, los que permiten al hijo de un millonario o al millonario comprar un producto y pagar lo mismo que un pobre o el hijo de un pobre por un producto de primera necesidad.

Podemos hablar también de macroeconomía. Una vez que hemos visto que esta reforma fiscal lo que hace es incrementar la regresividad del IRPF y mantener la regresividad en su conjunto por no atacar otros espacios, podemos ver si sus argumentos son correctos, si sus argumentos de que bajar impuestos -que dice usted que estaba deseándolo desde el principio- son correctos. Sabemos perfectamente que detrás de esos argumentos está la teoría neoclásica, que es la misma teoría económica que había venido diciendo cómo se debía guiar la política económica en nuestro país y en el conjunto de Europa en las últimas décadas; las mismas conclusiones, las mismas políticas que condujeron a la crisis económica y al estallido de la burbuja inmobiliaria.

Pero ha dicho usted, señor Montoro, que la bajada de impuestos va a permitir incrementar el consumo. Lo cierto es que no lo creo. Nuestro grupo no lo cree porque no hay fundamento para pensarlo. Primero, porque -como decíamos- los más pobres, como no pagan el IRPF, no lo van a notar y, por lo tanto, siguen atrapados en el mismo espacio. Pero resulta que a los que más se les baja los impuestos es a los más ricos, ¿y los más ricos qué hacen con ese dinero, consumen? No, porque como sabemos perfectamente los más ricos ya tienen satisfechas las cuestiones de consumo. Algunos pueden consumir un poquito de lujo, efectivamente, pero la inmensa mayoría -según los datos- dedican ese dinero a la inversión en el sistema financiero, a la especulación, a los diferentes mercados financieros: el mercado de deuda privada, el mercado de derivados, el mercado de futuros. Ese dinero ocioso, que usted está quitando de financiar el Estado social y que deja que lo tengan las grandes fortunas en su bolsillo, no va al consumo de la pequeña y mediana empresa, no va a estimular el crecimiento económico; va a especular en el mercado financiero.

Pero ¿qué ocurre con aquellos tramos intermedios a los que usted también les deja que tengan un poquito más de dinero, que no olvidemos deja de financiar el Estado social? Ocurre que en un contexto, como el nuestro, de endeudamiento privado tan elevado, tampoco es un dinero que vaya al consumo; es un dinero que va para pagar deudas. Es un proceso de desapalancamiento que va muy lento en España y que va a impedir que ese dinero vaya al consumo. Sencillamente, va al banco para poder devolver las deudas. De modo que usted va mermando la garantía de poder mantener el Estado social sin conseguir estimular la economía.

Sin embargo, ¿sirve para las empresas bajar el Impuesto sobre Sociedades y seguir generando espacios en los que paguen menos impuestos? En la mayoría de las empresas podríamos utilizar el mismo argumento del desapalancamiento privado; las mismas empresas que tienen deudas y que no van a dedicarlo para la inversión, que lo van a dedicar para devolver deudas; dinero que va de nuevo al mercado financiero por ese espacio y no va a la inversión y, por lo tanto, no va a lo más importante que debería tener en cuenta este Gobierno, que es la creación de empleo.

Podríamos ver también por qué no van a la inversión. Vamos a los datos, señor Montoro. El porcentaje de la renta empresarial que se dedica a los impuestos es de media un 12%, y el porcentaje de la renta empresarial que va a dividendos alcanza el 50%. Es decir, por mucho que usted baje los impuestos, por mucho que el Banco Central Europeo le deje dinero gratis a las empresas, estas empresas no invierten. No invierten por una cuestión que ya se estudió en teoría económica, que se llama la ‘trampa de la liquidez’, y es que, mientras la demanda interna esté hundida, usted le puede bajar todos los impuestos que quiera a las pequeñas y medianas empresas y a las grandes empresas especialmente, y puede darle el dinero, incluso, gratis, pero no va a invertir. No hay condiciones para invertir, porque ustedes se han cargado con las políticas de austeridad la demanda interna, porque se empobrece el consumo, se empobrece el mercado interno, lo empobrece el propio Banco Central Europeo, lo empobrecen las políticas de austeridad. Son incentivos. Da igual lo que usted pueda bajar impuestos. Simplemente va a machacar el Estado social y no va a estimular el crecimiento económico. Si de verdad le preocupa, tome medidas para que el dinero sobrante de esas empresas no vaya a repartirse entre los propietarios y sí vaya a la creación de empleo. En ese sentido, el dinero se está fugando.

Usted también ha dicho en su intervención que es una buena noticia la revalorización de la Bolsa. En realidad es la consecuencia lógica de generar ‘burbujas’ en el mercado financiero. Si usted le da más dinero o, mejor dicho, le concede regalos fiscales a las grandes fortunas y ese dinero no va al consumo y al mercado interno, va al mercado financiero, va a especular en Bolsa, produce subidas en la Bolsa. Si, además, tiene de compañero a Mario Draghi dando dinero al mercado financiero, lo que tiene es una especulación y una ‘economía de casino’ que genera ‘burbujas’, que genera una realidad problemática, que es una crisis profunda en el futuro.

El Banco Central Europeo trata a España y a cualquier Estado como si fuera una pyme. El Banco Central Europeo -usted alguna vez lo ha dejado entrever, otras veces ha mantenido un discurso distinto, en su línea- trata con mucha mayor benevolencia a las grandes empresas financieras que a los Estados. De esta forma, por métodos indirectos trata de facilitar la vida -entre comillas- a un Estado, como puede ser el español, pero a los bancos y a las grandes empresas financieras se la facilita de un modo mucho más directo. Todo eso tiene que ver con esta reforma fiscal; todo, absolutamente el conjunto. Usted está argumentando que bajar impuestos es bueno, que el sacrificio de dejar de financiar el Estado social merece la pena porque se produce crecimiento económico  mediante el consumo y  la inversión, y eso no es cierto; no lo ha sido en ningún caso y menos en un contexto como el actual en el que se están generando esas ‘burbujas’.

Usted ha justificado también la rebaja de los costes laborales, es decir, la rebaja de los salarios; incluso la rebaja de las cotizaciones sociales parte de esta reforma fiscal. Rebajar las cotizaciones sociales es rebajar los salarios. Hay que decirlo de una forma muy clara: rebajar los salarios. Eso es lo que hace este Gobierno, en este caso de forma directa, con la reforma laboral de forma indirecta.

Usted dice que eso es bueno para incrementar la competitividad de las empresas españolas. Según el Ministerio de Economía y la Secretaría de Comercio sólo el 4% de las empresas españolas exportan productos. Es verdad que en los últimos años ha habido un incremento de las exportaciones, pero derivado de dos cosas según todos los estudios académicos: en primer lugar, de liberar los inventarios -todo el inventario que se había quedado se está liberando actualmente-; y, en segundo lugar, del desplazamiento de la venta desde el mercado interno al mercado externo. Son frágiles cimientos para una recuperación económica y para justificarla en ese sentido. El 4% es el número de empresas que exportan en España.

Usted ha dicho que hay que mejorar la competitividad, pero también sabe que la cuota exportadora de las empresas españolas ha sido desde hace muchos años el 1,7%. En torno al 1,7% se ha mantenido la cuota exportadora; mientras países como  Alemania, Francia o Italia veían bajar esa cuota con el crecimiento de China, nuestras empresas españolas se habían mantenido bastante bien. Por lo tanto, el problema de la competitividad no existe, no es tal como usted lo presenta y, desde luego, no son los salarios los responsables. Si usted baja los salarios, lo único que produce es un incremento de los beneficios empresariales. Si usted diseña reformas fiscales encaminadas a no gravar esos beneficios fiscales y económicos de las grandes empresas, entonces tenemos un problema que se ahonda también desde el punto de vista de la macroeconomía.

En definitiva, el Grupo Popular con esta reforma que nos presenta está mermando de forma clara el Estado social, está mermando de forma clara los servicios públicos. Está disminuyendo las posibilidades que tiene el Estado para atender fenómenos sociales de absoluta gravedad como la falta de empleo, de vivienda, de acceso a la alimentación, que son derechos básicos consagrados teóricamente por cualquier Constitución social pero que no están siendo resueltos, solucionados por este Gobierno.

Esa reforma fiscal está agravando las posibilidades de resolver esos problemas porque está disminuyendo las fuentes de financiación pero, además, está profundizando la desigualdad porque está permitiendo que los ricos financien mucho menos de lo que lo financiaban anteriormente.

Desde luego no tengo ninguna duda de que las grandes fortunas y las grandes empresas están aplaudiendo esta reforma fiscal, como tampoco  de que quisieran mucho más, pero les parece que va en el buen camino. Hay otra parte de la sociedad, precisamente  mayoritaria -la que hemos descrito nosotros-, que o no siente esta reforma fiscal o absolutamente le viene muy mal, porque ese dinero que ha dejado de pagar al fisco va a tener que contribuir muy por encima de esa cantidad para pagar servicios sociales y servicios públicos que van a tener que ser -esta es la consecuencia- recortados y cuya calidad al acceso también va a ser mermada. Todo eso ¿por qué? Porque hay una teoría económica, que es la neoclásica, ese fundamentalismo de mercado, ese espíritu de Margaret Thatcher que dice que hay que tener fe en que las reformas fiscales que bajan impuestos son positivas. Lo son para las grandes empresas y las grandes fortunas pero no para la mayoría social. Esa fe lo único que nos va a producir es ir hacia un precipicio, porque es la misma que nos llevó a esta crisis económica; la misma que le llevó a usted, como ministro de Hacienda cuando estaba en el otro Gobierno, a decir que no existía ‘burbuja inmobiliaria’ y había que endeudarse para adquirir una vivienda. Es la misma fe, el mismo espíritu  el que está escribiendo esta reforma fiscal; por tanto, tenemos un grave problema político y sobre todo un grave problema social.

Por esa razón nosotros, nuestro grupo, manteniendo siempre la coherencia y diciéndole lo que usted ha hecho bien parcialmente, a nuestro juicio, cuando incrementaba la progresividad del IRPF, le señala que este cambio de rumbo es un absoluto error económico, político y social en este momento histórico en el que la gente está necesitando que el Estado ayude a resolver sus problemas. Como esto no lo hace la reforma fiscal se justifican nuestras enmiendas a la totalidad. Muchas gracias.


RÉPLICA A LA RESPUESTA DE CRISTÓBAL MONTORO

Señor Montoro, en estos cinco minutos intentaré responderle a alguno de los elementos que usted ha puesto encima de la mesa. Decía Marx que ‘si la esencia y la apariencia coincidieran, no haría falta la ciencia’. Esta es una razón muy evidente. La economía está creciendo de la misma forma que el Sol gira alrededor de la Tierra o que la Tierra es plana. Usted no está haciendo ciencia. Usted tiene fe. Usted todavía no ha descubierto a Copérnico y por lo tanto usted viene preguntarnos: ‘¿es cierto que las exportaciones…, es cierto que determinados indicadores…?’ No, no es cierto. Esa es la apariencia. Para llegar a la esencia, para hacer un análisis riguroso y analítico que nos lleve a la realidad hace falta hacer mucho más que mirar los indicadores, porque a los economistas -y usted lo sabe perfectamente- nos han enseñado a torturar las estadísticas hasta que confiesen lo que quieren. Y eso es lo que usted hacía, precisamente, cuando gobernaba en los tiempos de la ‘burbuja inmobiliaria’ y justificaba la no existencia de la ‘burbuja inmobiliaria’ y justificaba la dinámica que nos ha traído hasta aquí, la apariencia, la fe y la falta de análisis riguroso.

Nos acusa de tener un discurso del siglo XIX, usted, que cree en la mano invisible y en la fe del libre mercado, esbozada por primera vez por Adam Smith en el siglo XVIII. Por lo tanto, su discurso, sus argumentos, su filosofía política son previos a cualquier discurso esbozado aquí en sentido contrario. No es una cuestión de antigüedad; es una cuestión de si describe lo que está sucediendo. Y es exactamente a nuestro discurso -tras el que subyace siempre un análisis riguroso- al que nos hemos remitido y es el que nos da coherencia. No tengo ningún problema en aceptar que soy anticapitalista, pero parece que a usted se le ha olvidado que estamos en una crisis capitalista. No es una crisis socialista, es una crisis capitalista. Por lo tanto, no hay ningún temor en decirlo, que la dinámica del capitalismo nos ha traído a esta crisis.

Nuestro grupo va a dejar que usted juegue al pimpón con el Partido Socialista en torno a cuáles fueron las causas de la crisis. Nosotros siempre hemos sido coherentes en nuestro discurso y en nuestro programa; nosotros decíamos lo mismo antes y después; nosotros no hacíamos ese populismo ni oportunismo electoral que llevaba el ‘cheque bebé’ o llevaba las rebajas fiscales, como ahora hace el Gobierno del Partido Popular. Nosotros no hemos mantenido nunca eso.

Por cierto, nosotros no es que seamos una formación antisistema, es que precisamente en este momento, con esta enmienda a la totalidad, lo que venimos a defender es el sistema, frente a usted que es el antisistema. Usted es el antisistema porque está destruyendo el Estado social con sus rebajas fiscales; usted es el antisistema porque está mermando la capacidad de luchar contra la desigualdad, la pobreza y la miseria, porque está desvalorizando ese Estado social, porque está quitándoles instrumentos al Estado y concediéndoselos a las grandes empresas y a las grandes fortunas. Por eso nosotros, en este momento, en este contexto, somos el sistema: los defensores del sistema público, del sistema impositivo justo, eficiente y progresivo; los defensores de la Constitución y   de su artículo 31, mientras que usted es el defensor de la Constitución, sólo y exclusivamente del artículo 135.

Señor Montoro, nosotros no somos partidarios de subir los impuestos, nosotros llegamos a perfilar mucho más. Queremos bajar los impuestos de los productos básicos. A nosotros nos gustaría bajar los impuestos del IVA; a nosotros nos gustaría bajar los impuestos de los pañales; a nosotros nos gustaría bajar los impuestos a aquella gente que pertenece a la mayoría social empobrecida y nos gustaría, eso sí, subírselos a quien más tiene para cumplir la Constitución, para cumplir los principios de progresividad y equidad. Eso es lo que nosotros queremos hacer. No cabe un maniqueísmo, no cabe reduccionismo, no cabe esa realidad.

Dice usted que no existen los ricos, los pobres, la oligarquía… La realidad creo que  demuestra lo contrario. Además, no hace falta que nos remitamos a discursos de ninguna naturaleza ni a determinados programas económicos. El multimillonario Warren Buffett, precisamente no socialista, llegó a decir que claro que existe una lucha de clases -una guerra de clases en terminología inglesa- y que era su clase, la clase alta, la que iba ganando. Esos reconocimientos no son puramente anecdóticos u ocasionales, son el reflejo de una realidad que existe.

En este país sí existe una élite económica y una élite política y sí existe una mayoría social que está sufriendo especialmente la crisis. Los millonarios crecen, su fortuna se eleva, se dispara, mientras la mayoría social permanece sufriendo los efectos de la crisis y de la gestión neoliberal que hace este Gobierno.

Finalmente, claro que nuestra enmienda tiene prejuicios ideológicos, pero es que la política es ideología. Su reforma fiscal es ideología, su reforma fiscal tiene prejuicios ideológicos. No disfracemos de neutralidad ideológica lo que no es nada más ni nada menos que un modelo de sociedad. Lo que ocurre es que el modelo de sociedad que representa su reforma fiscal, sus regalos fiscales, es la que corresponde a un modelo  social ampliamente regresivo, a un modelo social que nosotros vamos a combatir y que nosotros, con nuestra coherencia, con el uso de la ciencia económica, intentamos impugnar y defender. Eso es lo que nosotros hacemos; no jugamos al pimpón, no hacemos apariencia y no hacemos discursos oportunistas electoralmente. Muchas gracias.

Publicar un comentario

 
Top