El papel desempeñado por la Confederación del Guadiana en la gestión de la crisis del camalote arroja un balance totalmente lamentable. A pesar del tiempo transcurrido desde que esta planta hizo presencia en la aguas del río Guadiana, la Confederación se ha mostrado totalmente incapaz de enfrentar esta plaga de un modo eficaz.
Lejos de adoptar ninguna medida que permita vislumbrar al menos un comienzo de solución a este problema, la estrategia adoptada ha sido poco memos que retener la proliferación del camalote en las zonas del río no habitadas, por lo que únicamente se ataca su visibilidad por parte de los vecinos de los distintos zonas situadas a lo largo del curso del río.
La ruptura de las balsas de contención que mantenían alejada la acumulación de camalote de las zonas habitadas del río a la altura de la ciudad de Mérida ha puesto de manifiesto los efectos de las medidas que la Confederación ha adoptado ante la situación que sufre el Guadiana, que no es otro que la de la cigüeña.
Si bien es cierto que la plaga parece desplegar graves dificultades para ser solventada, el largo periodo de tiempo que se extiende desde el momento en el que se manifestó pone en evidencia la falta de capacidad de aquellos que tienen la responsabilidad de acometer esta situación, hasta el punto en el que si no son capaces de afrontar esta situación entendemos que deben ser relevados por otras personas que prueben nuevos mayor diligencia para terminar con este problema.
La mera acumulación de camalote en algunos de los tramos del río Guadiana, no puede en ningún caso, se la solución, si no que más bien se nos antoja como una chapuza impropia de un organismo con las competencias de las que disfruta la Confederación.
Por todo ello, exigimos al Presidente de la Confederación que dé muestra de su capacidad para afrontar el problema, o que en caso contrario abandone el cargo.
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