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SEÑOR presidente, señoras y señores diputados, esta mañana, cuando cogía el LEDA para venir a Mérida, una señora se sorprendió de verme allí, en persona, en la cola, para sacar el billete, y me dijo: “¡Qué bien hablan todos ustedes. ¿Por qué no se ponen de acuerdo?”. Fue una buena manera de darme los buenos días y fue una buena manera de empezar a la jornada.

Creo que sería exagerado decir que hay coincidencias programáticas en los grupos que se han presentado aquí y cuando han explicado sus propuestas, pero no sería exagerado decir que hay unas preocupaciones compartidas.

Haciendo un breve resumen de un estudiante recién llegado, que toma nota, diría: parece ser que los tres grupos que hay aquí coinciden en que lo más importante es el empleo, porque, efectivamente, el empleo es el todo o la nada de una sociedad democrática –cuando alguien no tiene trabajo los demás derechos están en el cajón–; que nos preocupan las políticas sociales, porque las políticas sociales son el bálsamo que calma esas diferencias, esas injusticias que hay en esta sociedad que todos queremos cambiar; y, luego, en Extremadura, en una región en la que todos somos orgullosos de la potencia ambiental que tiene, todos estamos preocupados por el futuro: esta casa común que es el planeta, que es nuestro espacio territorial, todos
queremos conservarlo para las generaciones que vengan después.



Entonces, desde esa preocupación compartida, será muy fácil que, a pesar de los exabruptos que se han dicho aquí, del tono tenso que se puso en alguna intervención, pues esto fuera el comienzo de una buena..., no de una buena amistad, de una buena legislatura.

Una consulta democrática tiene muchos resultados posibles: el empate siempre es difícil, pero a veces se puede dar. Puede ocurrir que el partido que estaba gobernando continúe gobernando porque los ciudadanos le han aprobado en ese examen; puede ser que no, que le suspendan y le hagan esperar a la próxima convocatoria; puede ser que el marco político cambie, y eso es lo que ha ocurrido esta vez en Extremadura.

Hoy se consuma una de esas posibilidades, de las varias que hay, en una consulta electoral. Va a ver un relevo en el Gobierno de la Junta de Extremadura porque el marco político ha cambiado, porque los extremeños así lo han querido.

Hemos sido los últimos en llegar a esta Cámara, somos el grupo minoritario, e insisto en que somos víctimas de un Reglamento que no nos gusta, que nos obliga a optar entre A y B, cuando no nos gusta ni A ni B, y no nos permite votarnos a nosotros mismos. Esperamos que ese Reglamento se pueda cambiar. En otras instituciones de representación democrática (ayuntamientos, diputaciones y otras que hay en otras partes del territorio) sí pueden votarse a sí mismos, pero nosotros no podemos hacerlo. Así que quiero quedar bien claro que no es Izquierda Unida quien pone ni quien quita. Izquierda Unida no da a nadie nada ni le quita
nada a nadie, han sido los extremeños los que han dado y los que han quitado, han sido los extremeños los que han dibujado ese nuevo mapa y han establecido un nuevo equilibrio en la balanza de poderes de Extremadura.

No tenemos ningún motivo político para apoyar al PP, para votar al PP, conocemos su historia, sus programas, sabemos lo que hacen en otras comunidades, en otros ayuntamientos, y no nos anima precisamente eso a votar al PP. Por eso, no vamos a votar al PP.

También se ha dado como una respuesta fatal que tenía que dar Izquierda Unida apoyar de manera natural al Partido Socialista, y se ha argumentado que ha sido un voto visceral, un voto por el rencor, un voto del ajuste de cuentas... Y yo tengo que rechazar eso, que eso es radicalmente falso: los electorales de Izquierda Unida, los diputados de Izquierda Unida, para no apoyar y dar cuatro años más de gobierno al Partido Socialista en Extremadura, nos basta solo recordar los últimos tres años, tres años, no veintiocho ni veinticuatro, no, tres años, y sin mirar a la balanza de los rencores y de los agravios; y han sido tres años en los que hemos
luchado intensamente en la calle (con los sindicatos, con los trabajadores) contra los recortes sociales, contra una reforma fiscal regresiva, que quitó el impuesto de patrimonio y, si hubieran
podido, hubieran quitado más; que cargó la mano en los impuestos que afectan a todos los trabajadores, a los que no provocaron la crisis, pero son los que la sufren. Hemos hecho varias huelgas para protestar contra esas políticas de reformas que eran innecesarias y que venían dictadas desde Bruselas y, a veces, desde más lejos, que no se identificaban precisamente con las siglas –gloriosas y respetables, más que respetables– de socialista y de obrero. Bastan esos tres años para que no pudiéramos votar al Partido Socialista.
Pero estamos aquí y tenemos que decidir, y víctimas de ese Reglamento perverso que nos obliga a elegir entre dos cosas que no nos gustan, nos abstenemos. Que siga el curso la voluntad que han pintado los ciudadanos.
Una de esas posibilidades que se da al final de una consulta electoral se va a consumar. Habría otras posibles. Hemos dicho que si el resultado hubiera sido distinto, de mayoría relativa, por otra parte, de la Cámara, la postura de Izquierda Unida hubiera sido la misma, porque tendríamos los mismos motivos para no votar al Partido Socialista y los mismos motivos para no votar al Partido Popular.
Tampoco nos fiamos, después de un discurso que era perfectamente previsible. Yo veía aquí al señor Monago como el novio solícito que va a casa del suegro –cosa que ocurría antes en Extremadura– a solicitar la mano de su hija, y, naturalmente, en esos momentos se promete todo. Son las promesas del día de San Valentín, que ya veremos si se consuman después o no se consuman. Por eso, tampoco su discurso, en el que, efectivamente, hubo elementos novedosos, inesperados, quizás, desde algún diputado del Partido Popular, pues podía, quizás, animarnos a confiar. En Izquierda Unida esta vez hemos decidido no dar nuestro apoyo a alguien de quien ya conocemos, y no nos fiamos, y a alguien que tampoco conocemos.
Izquierda Unida va a ser fiel al apoyo que ha recibido, va a mirar a los extremeños, va a mirar a los problemas que tenemos los extremeños, va a apoyarse en esa preocupación compartida por el empleo, por los derechos sociales y por el medioambiente, que es el futuro de Extremadura, y seremos oposición cuando esas propuestas que se hagan aquí merezcan el rechazo de los extremeños o interpretemos que merecen el rechazo de los extremeños, y seremos un apoyo leal y firme cuando los extremeños nos digan que eso es interesante, que eso vale la pena hacerlo.
Nosotros también nos examinamos dentro de cuatro años –estamos en época de exámenes, de oposiciones, hay muchos que están pasando por ahí–, y solamente quiero decir que sería triste que en Extremadura –y puede ocurrir– se creara cierta teoría del pacto, un pacto que no existe, que no está escrito ni con letra chica ni con letra grande, como hace no mucho tiempo hemos visto aquí, hace algunos años, había algún grupo informático, algún grupo político, que para explicar una cosa difícil y digerirlo se inventó una teoría de laconspiración, que era como el unicornio, que nunca existió, pero que daba para mucho. Entonces, se va a seguir explicando desde aquí la teoría del pacto, de los supuestos pactos, de los acuerdos, que no existen.
Es verdad que a veces se escribe mucho algo sobre la fantasía. ¿Ustedes se imaginan que algo haya producido más literatura, más metros de película, que algo que no existe, lo de los ovnis? Pues el pacto que ustedes se empeñan en presentar y en ver es como los ovnis, que son atractivos, son interesantes, pero no existen.
Izquierda Unida, insisto, se va a abstener porque no tiene motivos para seguir confiando en el Partido Socialista y no tiene ningún motivo para apoyar al Partido Popular, y vamos a quedarnos con nuestros votos, lo que pasa es que el Reglamento perverso nos obliga a decir que nos abstenemos. Pero nos abstenemos porque todavía no nos creemos lo que ustedes dicen y no nos fiamos de lo que ustedes han hecho.

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